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Síndrome del niño expatriado: Mudarse a/desde México

  • jennamayhew
  • 19 jun
  • 3 Min. de lectura

Pegatina roja con la inscripción "Bienvenido a MÉXICO" en blanco, con una esquina curvada. Diseño llamativo y atractivo.

El síndrome del hijo expatriado (SIE) quizá no esté en los libros de psicología, pero pregúntenle a cualquier padre que haya trasladado a su familia al extranjero: ¡esos altibajos emocionales son reales! La mudanza puede ser positiva desde la perspectiva de los padres. Puede mejorar exponencialmente las oportunidades, la riqueza y las experiencias culturales. Sin embargo, para sus hijos, es más que un simple cambio de aires. Imaginen cambiar de amigos, equipos deportivos y la comodidad de sus bocadillos favoritos por un mundo completamente nuevo. Es como empezar un videojuego en modo difícil sin tutorial. Aunque haya una ganancia total, el proceso suele ser estresante.


Tras llegar a México (o a cualquier otro lugar), sus hijos podrían empezar a comportarse de forma diferente: quizá sean más dependientes, irritables o simplemente no sean ellos mismos. Algunos incluso podrían retraerse o portarse mal. Es su forma de afrontar el cambio. Estos cambios también podrían notarse más adelante en la mudanza, una vez que la emoción haya pasado y comiencen los verdaderos desafíos.


Imagina a tu hijo, recién llegado del avión, desplazándose por una escuela mexicana donde el inglés no siempre es el idioma predilecto. Nunca antes había tenido que lidiar con la complejidad social de hablar dos idiomas diferentes constantemente. Quizás un estudiante se une al grupo y todos cambian al español sin esfuerzo. Se hace un chiste y todos se ríen. Sin embargo, no lo entienden. ¡Es duro! Avergonzados, se separan del grupo y se sientan solos.


Sin espacio para explorar esto, patrones como el retraimiento (una estrategia de afrontamiento común para quienes tienen una disposición más ansiosa) pueden proliferar rápidamente. Al sentirse avergonzado, el niño se pone nervioso por volver a unirse a un grupo. Se mantiene aislado. Sin embargo, pierde la oportunidad de recibir la "retroalimentación correctiva" de que la mayoría de las veces no ocurre nada desastroso. En cambio, el miedo y la ansiedad aumentan. El retraimiento social conduce al abandono escolar, a menudo acompañado de quejas de malestar. Al retrasarse aún más en las tareas escolares y aún con pocos amigos, la idea de asistir a la escuela a diario se vuelve abrumadora.


Surge un nuevo patrón que se refuerza con la experiencia relativamente libre de estrés de quedarse en casa.


Aquí es donde entras tú. Tu misión: apoyar y escuchar. En lugar de irrumpir con todas las respuestas, intenta escucharlos. Haz preguntas abiertas como "¿Qué tal tu día?" o "¿Qué te pasó hoy?". Demuéstrales que los comprendes cuando se sienten avergonzados o frustrados. ¡La validación es muy valiosa!


Resiste la tentación de resolverles el problema. Si alguien se siente incomprendido, juzgado o aislado, se guardará su experiencia para sí mismo la próxima vez. Sin embargo, si siente que tiene espacio para hablar y que recibirá empatía, es mucho más probable que se abra y conecte.


Mi regla general es que, independientemente del tiempo que consideres que deberías dedicar a escuchar y no a dar consejos, duplícalo y luego añade algunos. Después, si necesitan consejos, anímales a pensar en cómo pueden gestionar el problema. Ofrece sugerencias si las consideras bienvenidas y necesarias.


Si sus dificultades parecen empeorar en lugar de mejorar, como faltar a la escuela o sentirse enfermo con frecuencia, quizá sea hora de llamar a un profesional. Un terapeuta bicultural con experiencia puede ayudar a su hijo a recuperarse y a abrazar su nueva aventura mexicana con entusiasmo, permitiéndole experimentar el maravilloso crecimiento y las oportunidades que ofrece una mudanza al extranjero.


¡Esto hace que cada niño expatriado se sienta como en casa, donde quiera que esté su hogar!

 
 
 

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