Hombres vs. Terapia: Un choque de culturas
- jennamayhew
- 19 jun
- 2 Min. de lectura
¿Podría considerarse la terapia con hombres una forma de terapia intercultural? Esta idea podría suscitar controversia, pero explorémosla.
La masculinidad, en el sentido tradicional, socializa a los hombres para proteger, proveer y procrear. La capacidad de los hombres para reprimir sus emociones y tomar acción ha sido muy beneficiosa para muchas sociedades. Basta pensar en lo desechables que son los hombres en tiempos de guerra. Sin embargo, estas mismas cualidades pueden parecer deficientes en el contexto de la terapia.
Al igual que las mujeres, los hombres tienen necesidades de salud mental. Sin embargo, están sub-representados en el ámbito terapéutico. Cuando asisten, no es raro que sea por petición o insistencia de una mujer cariñosa en su vida. La masculinidad típica exige hipersexualidad, control, autosuficiencia, estoicismo, resolución de problemas, acción y negación del dolor. La terapia fomenta la intimidad no sexual, la vulnerabilidad, la introspección, la expresión de emociones, la confrontación del dolor y el sufrimiento, el reconocimiento del fracaso y la admisión de la ignorancia. ¡Qué mala combinación!
Cuando los hombres ven reflejados sus rasgos masculinos como deficiencias, puede resultar vergonzoso e incómodo. Peor aún, puede inducir sentimientos de vergüenza, vulnerabilidad indeseada, actitud defensiva e ira. Lo que sabemos sobre la terapia, con cualquier persona, es que si el paciente se siente juzgado negativamente, es probable que la terapia tenga malos resultados. De hecho, a menudo la abandona por completo.
En la terapia culturalmente sensible, no les decimos a las personas que su cultura es incorrecta o mala, ni, por extensión, que ellos mismos están equivocados o son malos. En cambio, brindamos consideración y aceptación positivas incondicionales. Apoyamos a cada persona para que explore su propia cultura, comprenda cómo la moldeó y, luego, tome una decisión personal sobre qué conservar y qué desechar.
Cuando se trata de niños, hombres y aquellos que se identifican con la masculinidad:
· No juzgamos
· No nos avergonzamos
· Entendemos las presiones sociales únicas que sufren los hombres.
· Ofrecemos sesiones estructuradas si lo prefiere.
· Damos tiempo a la relación terapéutica para que se desarrolle
Respetamos los límites emocionales. Por ejemplo, nos centramos en intervenciones prácticas si/hasta que el cliente esté trabajando con sus emociones.
Al apoyar a los hombres a participar en terapia, podemos ayudarlos a lograr cambios significativos, duraderos e impactantes. Esto los beneficia a ellos y a sus seres queridos. Y de eso se trata.

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